Los valores son el reflejo de las creencias y dan forma a la personalidad de los individuos. Se manifiestan a través de comportamientos y palabras, respuestas y reacciones. Definen como vivimos y como actuamos ante los llamados del mundo interior y los estímulos y presiones del mundo exterior. Alinear valores es un reto fundamental del liderazgo dado que definen una parte de lo que entendemos por cultura organizacional.
El sistema de valores queda definido por el conjunto de temas que son importantes (valorados) por la persona, las familias y en un orden mayor de agregado social, en las instituciones, organizaciones y naciones. Tienen que ver con la crianza (y en las organizaciones de los modelos mentales heredados e historia del estilo de liderazgo) y el contexto en el cual se desarrolla la misma y provienen de las creencias, que son las visiones de mundo que vamos «grabando en nuestro disco duro emocional» y que van dando forma a nuestra personalidad. En los sistemas humanos, en las empresas, la cultura es precisamente el equivalente a la personalidad en el individuo.
Si bien cada sistema es único e individual, las familias van definiendo en función de los padres lo que se valora a través de lo que se incentiva, se permite, se limita o se prohibe. La tradición o costumbre ha hecho que se tenga un efecto «cascada» donde los valores del padre y la madre, definen lo que valora la familia y en el caso de las empresas familiares hay sin duda un efecto similar donde se busca o espera que la cultura de la organización opere o se adapte a dichos valores o en su defecto a algo muy cercano a ellos.
Este sistema donde la jerarquía de la tradición y experiencia busca dar forma o influir en lo que valoran otros, va presentando cada vez mayores inconvenientes para mantener y desarrollar los tonos emocionales, la cercanía entre individuos y la capacidad de operar al máximo de eficiencia en las organizaciones.
Mención aparte requeriría la situación en la cual quienes predican ciertos valores no los practican. Esa incongruencia es posiblemente la principal causa de disfuncionalidad organizacional y hace disfuncional el sistema.
Es importante aceptar y comprender que si bien cada personalidad y cultura es única, en todo agregado social, sea familia o institución, habrán valores solicitados por los lideres (padres o ejecutivos), pero que hay que tener la apertura necesaria para validar y en dado caso acordar sobre otros a fin de poder hablar de valores compartidos.
Es difícil compartir un sueño ajeno, al igual que difícil es dar forma a un propósito y valores compartidos, es un proceso en cascada y transversal en el cual todos deben participar.
Hay una deuda pendiente. La ruta para el desarrollo de los sistemas humanos a su máximo potencial amerita transitar un camino distinto al tradicional, es a través de la identificación conjunta del propósito y los valores como invitamos a que se haga presente lo mejor de las personas y no solo lo mejor de sus conocimientos y experiencia.
No es natural ni fácil la apertura a descubrir, analizar, acordar y compartir los elementos fundamentales que crean la cohesión necesaria en toda iniciativa.
Cuando los valores entre la cultura organizacional y las personas están alineados, nos acercamos a la identificación y el compromiso.
Hacernos conscientes de nuestro sistema de valores y vincularlo a los tópicos de vida que definen los siete niveles de consciencia es un excelente paso para el autoconocimiento y una muestra del trabajo de diagnóstico inicial necesario para identificar, definir y alinear sistemas de valores.
Te invito a que conozcas de manera gratuita, tus valores personales según el modelo de los siete niveles de consciencia de Richard Barrett fundador de Barrett Values Centre. Favor haz click acá y encontrarás en mi web las instrucciones para ello.
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