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Querido Padre

Tu recuerdo me acompaña. No es raro sentir tu cercanía, ahora que no estás entre nosotros. Esa sensación de percibir tu bondad en todo lo limpio. Cuatro mil cuatrocientos ochenta y cuatro días hace hoy, que dejaste este mundo, el 17 de agosto de 2007.

Como sociedades gastamos mas dinero en flores para los que han muerto que para aquellos que están vivos. Leia que se debe a que es más común arrepentirnos que agradecer. Hoy al menos por esta via, deseo dejar sentado mi agradecimiento, no con flores, pero si con palabras de amor hacia ti, lo que fuiste y el legado que dejaste en mi.

Gemelo y el mayor de tres, de extracción humilde, trabajador, franco, honesto y sincero. De joven destacaste jugando fútbol en Jove (la Calzada, Gijón), delantero centro, goleador, valiente, de más garra que técnica, de más emoción que filigranas, donde tu techo no lo puso tu condición deportiva, sino el  ser hijo de un padre revolucionario. Trabajaste el vidrio a pulmón, fuiste sindicalista de los que se esforzaban por mejorar las condiciones para todos, apoyando la producción y la eficiencia. Sin perjudicar a nadie, dando para poder pedir.

Emigraste buscando condiciones para tu amada mujer (Marujita) y de un hijo que recién había cumplido 5 años. Lo hiciste para dar mejor vida a tu pareja y oportunidades a tu hijo. El recuerdo de tu relación con mamá siempre fue de amor hacia ella, pero a todo evento, no me corresponde juzgarte como pareja, sino como Padre. Rol en el cual brillaste.

Siempre confiaste en mi y mis capacidades, me dejaste volar y apoyaste mis sueños. Lo que no tuviste para dar en apoyo económico, que es lo menos valioso, me lo diste en confianza, seguridad y sobre todo oportunidades de estudiar, relacionarme y viajar, todo de la mano de una gran mujer.

Hoy desde la distancia, te escribo estas pocas palabras para decirte lo que no te dije tal vez tanto en vida, lo orgulloso que estoy de tus acciones, siempre limpias y sin segundas intenciones, que no mendigaste ni compraste amigos, afectos o apoyos, privilegiaste siempre tus principios, nunca los intereses y llegaste lo más lejos que padre alguno puede aspirar llegar: a lo mas hondo de mi corazón.

Suele ser difícil que los hijos honremos como merecen nuestros padres en vida, no he sido yo la excepción, pero si de algo estoy seguro hoy, en esta vida llena de retos y oportunidades, de alegrías y tristezas, triunfos y fracasos, es que tuve un enorme privilegio a mi alcance, un padre que me dio siempre su amor, incluso cuando me pareció que me daba la espalda, que era la acción necesaria para mi crecimiento, porque supo ser ejemplo de una vida bien vivida, justa, sin hipocresía alguna. De ahi, las muchas muestras de respeto a tu persona que continúo recibiendo de quienes te conocieron.

Te amo y me siento honrado de que hayas sido mi padre. Ojalá pudiera regresar el tiempo para tenerte en mis brazos, y sin palabras, abrazarte como tu hacías conmigo.

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